viernes, 30 de abril de 2010

Rapsodia Gourmet



(Gégène, vagabundo. Esquina de la calle Grenelle con la calle del Bac)

"Hay dos categorías de viandantes. La primera es la más corriente, aunque tiene ciertos matices(...)éstos no se detienen siquiera y pasan lo más rápido posible, su mala conciencia los atormenta durante cien metros -cincuenta antes, cuando me ven de lejos y se apresuran a mantener la cabeza fija en la otra acera hasta que, cincuenta metros después del harapiento, ésta recupera su movilidad de costumbre., y después me olvidan, vuelven a respirar libremente, y la punzada en el corazón que han sentido, de compasión y de vergüenza, se va difuminando. Sé muy bien lo que dicen ésos por la noche, al volver a casa, por poco que aún piensen en ello en algún rincón de su inconsciente: "Es terrible, cada vez se ven más, me parte el corazón, les doy algo, claro, pero cuando he dado a dos ya no doy más, y sí, ya lo sé, es arbitrario, es horrible, pero no se puede estar dando sin parar, cuando pienso en todos los impuestos que pagamos, no tendríamos que ser nosotros los que damos, tendría que ser el Estado, es el Estado el que no cumple con su función, y menos mal que tenemos un gobierno de izquierdas, si no sería mucho peor, bueno, ¿qué hay de cena esta noche, espaguetis?
A ésos que les den por saco. Y me quedo corto. Que se vayan a la mierda esos burgueses que se las dan de socialistas, esos que lo quieren todo: su abono para el concierto en el Châtelet y que se salve a los pobres de la miseria, tomar el té en Mariage y la igualdad para todos los hombres(...)"


Estos fragmentos son del libro 'Rapsodia Gourmet', de la autora Muriel Barbery. Este es el segundo libro que leo de Barbery, el primero fue uno que editó posteriormente, 'La elegancia del erizo' un libro que me hechizó por completo. La sutileza e ingenio con los que retrata los personajes de ese libro, son desde mi punto de vista, asombrosos. Consigue dar a vida a un carácter inteligente, mordaz e irónico, el de la niña Paloma, extremadamente lista, capaz de ver las tonterías que subyacen en el fondo de todos los problemas de los adultos que la rodean. A través de la mirada crítica de Paloma vamos descubriendo el mundo no extento de contradicciones que se articula a su alrededor y la profunda desesperanza y apatía que siente la protagonista. Rapsodia Gourmet es de la misma línea que La elegancia, pero a mi personalmente me gustó más este último. Aún así, el libro se caracteriza por la prosa elaborada Barbery, que se lee como si se saboreara una auténtica delicia, un plato para los más exigentes comensales.

Es verdad que no es un libro muy largo (muy a mi pesar) pero eso me obliga a no leer muy rápido y descuidar matices casi imperceptibles para el ojo del lector . Cada capítulo es una sinfonía con sus propios acordes que se articula a través de distintos personajes; una mujer, una joven, una cocinera, o un vagabundo (la voz que habla en el fragmento del libro que he añadido a esta entrada del blog), son algunos de los personajes que aparecen, entre otros, y que tienen algo en común: todos creen conocer en más o menos medida a Monsieur Pierre Artens, reconocido crítico gastronómico de fama mundial, que está apunto de morir. Deducimos a lo largo de los capítulos que Monsieur Artens no es un hombre muy querido, excepto por la cocinera (quien dice 'me trata mejor que a su propia mujer'), su perro (por quien siente absoluta devoción y dice del animal 'olía muy bien a brioche tibio, a cálida levadura, un aroma que suscita de inmediato el deseo de hincar el diente') y la estatua de la Venus prehistórica que tiene encima de su escritorio. Exceptuando estos tres personajes, su médico le odia, sus hijos y nietos le odian, y su mujer, aunque finje que no, también le odia (o almenos el lector supone que le debería odiar por fuerza).

A lo largo del libro descubrimos distintas facetas de la vida del protagonista explicadas por terceros, pero también se intercalan capítulos con la voz de Artens narrando episodios de su niñez que permanecen inmborrables en su memoria y se muestran en forma de la textura de unas ostras crudas en su paladar, el primer mordisco a un panecillo 'kesra' típicamente marroquí, o el indescriptible éxtasis que sintió la primera vez que comió sushi.

Es a través del pan, las ostras, los postres, las calderetas de la abuela y otros manjares como Artens articula los momentos felices de su vida (de los que el lector deduce siempre se relacionan con la gastronomía y se condensan básicamente en su niñez). Con este doble juego argumental, la autora, a mi parecer, consigue un contrapunto muy logrado, ya que por un momento consigue dotar de bondad a un personaje que suscita antipatía al lector desde un primer momento. Descubrimos en Artens a un adulto infeliz debido su fragilidad inherente y que tanto se ha esforzado por ocultar a lo largo de su vida revistiéndose de lujos y frivolidades varias. Tal y cómo narra el personaje de la nieta, Lotte, en un fragmento del libro que resume muy bien toda la trama de la obra (y también en muchos casos, la de la propia vida):

"(...) Sé que el abuelo piensa que papá es un imbécil. Sé que papá está enfadado con mamá por ser hija del abuelo, pero también porque ella me quiso tener, cuando él no quería hijos, o al menos no los quería todavía; sé también que papá me quiere mucho y quizá incluso que está enfadado con mamá por quererme tanto cuando él no quería tenerme, y sé que mamá a veces está un poco enfadada conmigo por haber querido tenerme cuando papá no quería. Sí, sí, sé todas esas cosas yo. Sé que todos están tristes porque nadie quiere a quien debería y como debería y porque no entienden que sobre todo es consigo mismos con quien están enfadados"

Libro 100% recomendable!

domingo, 18 de abril de 2010

Cinismo

Hay palabras que me gustan por su sonoridad, otras por lo que evocan, su significado, o porque son extrañas, originales o ridículas. Escoger sólo una palabra me ha parecido poco (tengo en mente hablar de macedonia, recordar, naftalina, aleatorio, narcisista, ortodoxo o naïf, entre otras), así que iré añadiendo más en posteriores entradas. En esta ocasión he escogido una palabra que tiene un bonito origen histórico pero que el paso del tiempo la ha convertido en un adjetivo despectivo (vemos como la RAE define un cínico como una persona que miente ‘con morro’ literalmente o de forma desvergonzada y sin ningún tipo de pudor). Hoy en día la acepción moderna de esta palabra es esa en la que no se exagera para mostrar una verdad sino para ocultarla de forma absolutamente inhábil con poco interés real por si se destapa, con total descaro.

Los orígenes de este término se remontan a la Grecia Clásica, donde el griego Antístenes de Atenas fundó la escuela de los cínicos que se estableció en el Mausoleo del Perro y de ahí su origen, ya que cínico en griego es kynikos(perro). Este filósofo era seguidor de Sócrates y tomaba ejemplo de la naturaleza y los animales. Defendía un pensamiento individual y una vida sencilla alejada de los placeres materiales. Por este motivo muchos de los seguidores de esta escuela, fueron llamados cínicos, ya que vivían literalmente como perros (dormían en la calle y comían lo que les daba la gente).

Uno de estos famosos filósofos seguidores de esta escuela es Diógenes de Cínope, de quien dicen que caminaba a menudo por las calles de Atenas con una lámpara encendida a plena luz del día, ya que según sus propias palabras, buscaba a un hombre honesto.

Esta escuela filosófica se caracterizaba por usar la hipérbole para desvelar los aspectos perjudiciales de las costumbres. La exageración les llevaba a actuar de forma extrema y la forma como respondían a sus conciudadanos les hacía tener otro motivo para ser considerados como perros ya que 'mordían verbalmente'.
El cínico se diferenciaba de los demás por su desvergüenza radical, por adoptar modos de vida que escandalizaban a su sociedad, por predicar la autosuficiencia, la libertad de palabra y la austeridad como cosas necesarias para alcanzar la felicidad. Quizás esta desvergüenza era su rasgo más característico pero ésta se entiende cómo necesaria en el contexto de incertidumbre que se vivía en este periodo de crisis cultural. Por este motivo los cínicos de entonces hacían uso de la transgresión continua, tanto de los valores tradicionales, como de las normas sociales, manifestando su malestar y descontento, y también para librarse de los caprichos de la fortuna, guiando al individuo hacia la felicidad.

Si tomamaos el significado de cínico que encontramos en el origen etimológico de esta palabra, ¿mejor ser todos un poco cínicos, no? sobretodo tal y como están las cosas... me quedo con esta definición de cinismo y la pongo en práctica.

Libro recomendado: 'Crítica de la razón cínica'

domingo, 11 de abril de 2010

Proyección del documental: "Burma VJ. Noticias de un país cerrado"

Un grupo de reporteros birmanos luchan para hacer llegar a todo el mundo las imágenes grabadas clandestinamente con sus cámaras domésticas del levantamiento de los monjes budistas contra el régimen militar en el año 2007. Este documental, nominado al Oscar 2010 por el mejor documental, se trata de una visión única del periodismo de alto riesgo i de la disidencia en un estado policial.
Joshua, un joven de 27 años, relata en primera persona como su grupo de reporteros se organiza y vive el levantamiento de los monjes. Después de las primeras protestas, los equipos de televisión extrangeros son expulsados del país y Joshua y su equipo se convierten en los únicos responsables de mantener viva la revolución en todas las televisiones del mundo. Rápidamente el régimen es consciente del poder de la cámara y los reporteros son constantemente perseguidos por los agentes del gobierno, que ven a los medios de comunicación como la mayor presa.

lunes, 5 de abril de 2010

Ouka Leele: fotografía y acuarela



Ouka Leele es el nombre artístico de Bárbara Allende Gil de Biedma, fotógrafa española nacida en 1957. Sus obras fueron etiquetadas de 'posmodernas' y son obras clave de la 'movida madrileña' (comienzos de los 80).

El objetivo de Ouka Leele se dirige muy a menudo a la figura humana, centrando prácticamente todo su interés en ella, y en su expresión. Más importante que lo que vemos o la calidad técnica de la fotografía es lo inherente que hay en ella, la expresión de ese 'algo' artístico y poético que Ouka Leele capta con su cámara.

La misma artista explica cómo entiende ella la fotografía: ''poesía visual, una forma de hablar sin usar palabras''

Tal y cómo sucede con otras artes, pero en este caso la fotografía ofrece la ventaja de captar la realidad en su profundidad, con todos sus matices (en los 80 las cámaras fotográficas ya eran de gran calidad). Pero fue en 1978, cuando Ouka Leele se trasladó a Barcelona e ideó y profundizó en la que sería la técnica que caracterizó gran parte de sus obras posteriores y que se trata de pintar con acuarelas encima de las fotografías en blanco y negro. Con esto, la artista pretendía recuperar esos colores que existen y que el ojo humano y el objetivo de la cámara no alcanzan a ver.

La artista se formó de forma autodidacta y reivindicó que lo importante en el fotógrafo no es tener la mejor técnica sino tener ese 'algo' especial, el duende de cada uno.

En su caso, su objetivo capta figuras y expresiones llenas de significados múltiples para el observador y su obra se caracteriza por la mezcla única del realismo de la fotografía con el surrealismo de los colores imposibles de sus acuarelas.